miércoles, 30 de enero de 2013

Concursos literarios amañados

La publicación en Francia del diario de un importante crítico, consejero editorial y novelista, Jacques Brenner, ha puesto sobre la mesa una fauna de editores corruptos, escritores que se han dejado comprar, medios cómplices... Que nos descubren unos  concursos literarios amañados.

En el resto del mundo y en España el panorama no está mejor. Si visionáis este vídeo, lo entenderéis:
Premios literarios amañados



jueves, 24 de enero de 2013

Los reyes de la arena (George R.R. Martin)

Este cuento largo me interesó porque lo recomendaron en la sección "Qué Leer" del fascículo número 13 "Los personajes: cómo hacer que seduzcan" del curso de escritura creativa El placer de escribir.


La historia es la  siguiente:
En un planeta no terrestre, Simon Kress, un hombre acaudalado y no exento de crueldad hacia los animales, se divierte comprando mascotas para entretenerse en su gran mansión apartada por unos cincuenta kilómetros de la ciudad.
En un viaje a la ciudad de Asgard consigue comprar en la misteriosa tienda de "Wo y Shade" unos pequeños animales que no son insectos, sino seres con una consciencia leve. Wo le cuenta que si proyecta su imagen holográfica en el terrario donde viven estos seres lo considerarán su dios. Esto último convence al egocéntrico Simon Kress, que acaba comprando cuatro ejércitos de reyes de la arena (los blancos, los anaranjados, los rojos y negros). La comerciante le indica que los reyes de la arena se adaptan al medio, así que si los quiere mayores, tendrá que ponerlos en un terrario mayor. También le comenta que los seres comen una especie de papilla, alimento previamente predigerido que obtienen en el interior del castillo. Lo consiguen del vientre después de que esta criatura lo haya elaborado durante varios días. Sus cuerpos no admiten otro alimento. El vientre habita en el castillo, y es su madre y un estómago al mismo tiempo. El vientre asimila cualquier tipo de alimento.
Una vez en casa los empieza a alimentar, pero se da cuenta que tardan mucho en guerrear por lo que les hace pasar hambre. Cuando ve que así consigue que luchen, invita a gente a unas fiestas cuyo objetivo es lanzar animales dentro del terrario para que los reyes de la arena luchen contra ellos.
Una ex-novia furiosa por la actuación malvada de Simon destruye el terrario con un martillo, con lo que los reyes de la arena escapan e inundan la casa, el jardín, etc de Kress. Y cada vez se hacen mayores, y están más enfadados con su dios que se ha comportado como un dios castigador, terrorífico, cruel y vil.

El cuento muestra la evolución de unos guerreros muy agradecidos si se les hubiera cuidado bien, que habrían luchado de forma noble y que habrían aprendido con su lucha, que son embrutecidos por la mente perversa y sádica de su dios, que los azuza unos contra otros. El hambre y el miedo que sufren solo es para que Simon pueda disfrutar con sus batallas. En cierta forma, les impide un desarrollo normal y sano y los vuelve perversos.
Este cuento plantea muchos temas tanto de índole religiosa, como acerca de la misma naturaleza oscura del hombre.


El personaje de Simon Kress pertenece al arquetipo de personaje "rebelde";  aquel que solo necesita una condición para existir: la presencia de unas normas que puedan ser transgredidas. Aunque, a mi entender, es un paradigma de rebelde cruel y bastante estúpido. No es el prototipo de rebelde que lucha por lo que cree justo, que no claudica, sinó un rebelde que apenas es consciente de serlo.


Fue publicado por primera vez en el número de 1979 de Omni. El cuento ganó los premios Hugo y Nébula al mejor cuento.

Este relato fue llevado a la televisión en el episodio "Los arenicolas" de la serie Más allá del límite.




Si queréis leerlo: Cuento "Los reyes de la arena"



martes, 22 de enero de 2013

La caracterización de los personajes

El relato "Error de continuidad" nació de las enseñanzas recibidas en el fascículo número  doce del curso de escritura creativa "El placer de escribir" de Planeta deAgostini.
El fascículo doce se titulaba "La caracterización: conoce a tus personajes como a ti mismo".

El anunciado del ejercicio era el siguiente:

PERSONAJES VEROSÍMILES
1. Piensa en alguien que pueda protagonizar una historia que te apetezca escribir.
2. Después elabora un pequeño identikit: nombre, aspecto físico, mundo interno y breve biografía.
3. Define cuál es el rasgo principal de ese personaje.
4. Una vez que lo conozcas en detalle, piensa en una escena en la que ubicarlo.
5. Narra esa escena, centrándote en la caracterización del personaje. Para lo cual habrás de mostrarlo mediante lo que hace, lo que dice o lo que piensa. La extensión del texto no debe superar los 4200 caracteres, espacios incluidos.

Error de continuidad

─No arriesgas le dijo Valentina a la rubia de peluquería que vestía jersey de lana y falda de “tweed” de Burberry.
¿Por qué dices esto? dijo la rubia.
No mezclas colores, te sientes segura con looks monocromos. Hoy, por ejemplo, vas de los pies a la cabeza de color marrón.

Además, no hay una sola nota discordante (suciedad o desorden) en este comedor. No dejas nada bajo el dominio del azar.
Todas las invitadas a la fiesta del bebé repasaron con la mirada el comedor, prístino pese a que se habían abierto muchos obsequios para el recién nacido y debería de haber un montón de papel de regalo disperso por la habitación. Nadie había reparado que la mamá rubia había ido recogiendo meticulosamente todo el papel y había clasificado todos los regalos en montoncitos: ropa, productos de perfumería, juguetes...

No me gustaría nada ser una de esas pesadas que...
Bueno, ¡ya basta! He hablado demasiado. Valentina cogió pacíficamente la mano de la mamá casi recién parida y le regaló una sonrisa afable.
La fiesta del bebé siguió su curso. Al acabar se marchó todo el mundo; incluida la amiga de Valentina que sí conocía a la mamá  antes de la celebración (Valentina había asistido sólo como acompañante: anteriormente nunca había visto a la anfitriona).
Pero la rubia insistió en que Valentina se quedara un poco más. Sólo un poco más.
 Una vez a solas, habló:
Verás, me incomoda la imagen que tienes de mí, y me preocupa saber si eres la única que me ve así o  todo el mundo...No sé si me estoy explicando bien. Vivo del arte: pinto cuadros que se cotizan alto. Me considero una mujer independiente. Ya sabes. Concebí mi hija por inseminación artificial,  gracias a un donante anónimo. Colaboro en diversas causas... Bueno, me considero una mujer que arriesga; no he dejado que la vida me encongiera. Pero tu me has descrito, porque me ves así, como una mujer conservadora y  temerosa del mundo. Comprenderás que me has dejado de piedra. Me pregunto, ¿quién eres? ¿de qué trabajas? ¿Psicóloga, psicoanalista?
Soy continuista.
--?
Es uno de los oficios menos reconocidos, aunque imprescindibles en el mundo del cine. Para serlo se ha de ser muy observadora; dicen que es trabajo de chicas. En el cine ha  de haber una continuidad en los personajes, los escenarios, las tramas... Mi trabajo consiste en estar muy atenta. Por ejemplo, si la campesina alemana viste una camisa blanca, no puede llevar diez segundos después una camisa rosa pálido.

 Normalmente, registro todas las escenas con una cámara digital. Pero a base de muchos años de trabajo, he acabado teniendo además una cámara mental, que he puesto en marcha inconscientemente desde el momento que he entrado por esa puerta a tu casa. El problema es que yo desconocía tu historia, tu vida anterior. No tengo registros en la memoria de mi cámara anteriores. Sólo te he comentado, lo que he visto en el aquí y ahora que es una mujer que no hace nada sin tener una red de seguridad que la salve en caso de caída. Pero, repito, puede que haya cometido un error de continuidad.
--Desconoces  la historia completa, ¿eh?
--Sí. Además no tuve en cuenta que las personas, como los personajes, somos contradictorios. Estamos hechos a capas; cualquier intento de etiquetar a los demás o a nosotros mismos de manera simple está abocado al fracaso.
La rubia, que después supo que se llamaba Júlia, la miró  y afirmó con voz tenue, apenas perceptible:
Creía interiormente que era una obra falsa de Modigliani, certificada como auténtica por Parisot*. Un fraude, vaya.
Sólo que realmente  soy al mismo tiempo auténtica y falsa. --sus palabras la hicieron sonreír un poco-- No alternativamente, no como lo fue Doctor Jekyll y el señor Hyde ¡al mismo tiempo! 

Valentina no respondió. No estaba dispuesta a continuar discutiendo el tema. Ella era continuista, las cuestiones de la mente y del alma las dejaba a los psiquiatras y a los sacerdotes, en caso que tuvieran  respuesta a las preguntas insinuadas por Júlia.


*Parisot: Christian Gregori Parisot, actualmente de 55 años, se dedica a velar por el patrimonio de Amedeo Modigliani. Desde 1983 se viene ocupando de certificar la autenticidad de las obras de Modigliani. El pasado 18 de diciembre de 2012, agentes de los Carabinieri detuvieron en Roma a Parisot bajo la acusación de poner a la venta 59 piezas del maestro de Livorno. (...)Según la investigación, Parisot organizaba exposiciones en todo el mundo con el objetivo último de captar posibles clientes para las falsas piezas de Modigliani que astutamente intercalaba con las originales. Cuando aparecía algún pardillo interesado en la adquisición de algún desnudo femenino o algún busto africano, el extrovertido Parisot conducía su interés hacia las obras falsificadas. Tenía todas las de ganar ¿quién iba a desconfiar de la autenticidad de piezas avaladas por el mismísimo Instituto Modigliani? Mucho menos cuando el marchante encubierto dejaba caer que, entre sus muchas operaciones, estaba la de asesorar a los propios Carabinieri en la tutela del patrimonio cultural italiano. 
Información extraída de El País, Domingo 20 de enero de 2013, página 44

martes, 15 de enero de 2013

Describir en 3D: construir un escenario verosímil

El relato "El refugio" lo escribí atendiendo a los conocimientos recibidos en el fascículo número once del curso de escritura creativa "El placer de escribir" de Planeta deAgostini.
El fascículo once se titulaba "Describir en 3D: construir un escenario verosímil".

El anunciado del ejercicio era el siguiente:

1. Piensa en un personaje. Prepara una  brevísima ficha de no más de 500 caracteres con espacios que describa las características básicas de ese personaje: aficiones, rasgos físicos, ocupación, estado civil, miedos, etc.
2. A continuación, de la misma forma que has hecho con el personaje, imagina el espacio en el que vive: objetos, atmósfera, mobiliario, distribución, estado del edificio, etc. Para que la escena que escribas resulte creíble, debe haber una coherencia entre el espacio y quien lo habita. Esta ficha tampoco superará los 500 caracteres, espacios incluídos.
3. Acto seguido, escoge una escena de la vida cotidiana del personaje y reprodúcela a través de una descripción activa. Debes dar toda la información posible sobre el espacio a través de los movimientos que se producen en la escena. Por tanto, si el piso es oscuro, lo primero que hará tu personaje será encender la luz; si está muy descuidado, para beber agua tendrá que fregar un vaso, etc. Cada movimiento del personaje debe darnos algún tipo de información del lugar donde lo realiza. Esta escena no deberá ocuparte más de 3000 caracteres con espacios.

En total, el texto no debe superar los 4200 caracteres con espacios.

El refugio

Hacia las siete,  Martín abrió la escotilla y Alma entró en el búnker con la cena; pollo frito y ensalada César. La pareja se sentó en el suelo húmedo. Masticando sin hablar, lanzándose miradas cómplices...  parecían niños que jugaban en la casa del árbol.
Al terminar, Martín acercó la lámpara de queroseno a la mesa donde reposaba la máquina de escribir en la que tecleaba su segunda novela de escritor de prestigio.

En el equipo de música a pilas sonaba música country.
Detrás de él, podía sentir como Alma lo observaba mientras mascaba chicle de limón. El búnker olía a limón, a sudor y a humedad. Martín sabía que aquel lugar habría sido el horror para muchos; no para ellos dos.
Se giró y observó como ella cogía una botella de agua de uno de los paleś y daba un pequeño sorbo.   Cruzó el búnker con pasos cortos y lentos y se apoyó con las manos en la espalda en una de las paredes de hormigón. Martín sabía que se quedaría inmóvil en ese rincón imaginando que bailaba en el Gran Ballet Ruso.

En su ensoñación nunca había tenido nueve años, no esos nueve años en los que se había roto la rodilla, perdiendo así toda esperanza de ser bailarina profesional.
En el exterior del refugio ella era dueña de una boutique de lujo y él un director de hotel. Pero dentro del búnker eran quienes deberían haber sido y nunca fueron. Allí reescribían su destino.


Ficha del personaje:
Martín no aparenta más de cuarenta años, pese a que cumplió cincuenta y tres recientemente. Cabello rizado  y cejas muy espesas. Vive en pareja con Alma, el amor de su vida. Estudió Escritura Creativa y fue director de la revista literaria del Campus. Fue profesor de prácticas, pero no se presentó como candidato cuando hubo una vacante de profesor de teoría. Había tres candidatos más y tenían más antigüedad que él. Este hecho y la necesidad de pagar una hipoteca le decidieron a aceptar el puesto de director de hotel de tres estrellas. Así se desvinculó del mundo literario, porque encima le hacían cumplir con un horario de trabajo demencial. Si la falta de dinero no lo hubiera obligado a espabilarse y dejar el empleo en la Universidad, ahora seguro que estaría escribiendo literatura de calidad.

Espacio en el que vive:
Se supone que en una casa de dos pisos y 280 metros cuadrados. Pero donde pasa todo su tiempo libre es en el búnker que mandó construir en el jardín. El búnker tiene paredes de hormigón, mide cuatro metros por nueve y es  capaz de contener a cinco personas. Está abastecido de conservas, medicinas, vitaminas, mecheros, cerillas y dos palés de botellas de agua. La energía eléctrica se consigue a través de un generador. También hay un bidón de cuatrocientos litros de queroseno.
No faltan un equipo de música que funciona a pilas, una lámpara de queroseno, una cama ancha, una mesa y dos sillas de abedul,  una máquina de escribir, folios, un frigorífico de bajo consumo, un inodoro con sistema de succión...

jueves, 10 de enero de 2013

Los narradores internos: narradores que son personajes

El relato "La invitación" lo escribí a partir de lo que aprendí en el fascículo número cuatro del curso de escritura creativa "El placer de escribir" de Planeta deAgostini.
El fascículo cuatro se titulaba "Los narradores internos: narradores que son personajes".
El anunciado del ejercicio era el siguiente:

1. Escribe una escena en la que intervengan como mínimo dos personajes. Escríbela utilizando un narrador protagonista, metiéndote en la piel de uno de los personajes que protagoniza la escena. El texto deberá tener una extensión no mayor a los 2100 caracteres, contando espacios en blanco.
2. A continuación escribe una segunda versión de esa misma escena, pero utilizando un narrador testigo. Ya sabes que se trata de un personaje que, si protagonizar la escena, asiste a ella y por tanto puede contarla. Recuerda que el narrador testigo también puede conseguir la información necesaria para narrar la historia sin ser testigo ocular de ella. Este segundo texto también tendrá una extensión que no supere los 2100 caracteres, contando espacios en blanco.

En la versión A el narrador protagonista era la abuela Clementina, en la versión B el narrador testigo la madre del adolescente.
Las versiones de los dos narradores parecen contradictorias. La información total de lo que realmente pasó, la debe reconstruir el lector a partir de los dos narradores diferentes.

La invitación


A) Nada me gusta más que invitar a desayunar a mis vecinos. Ya quedan pocos vivos de mi edad; me he ido acostumbrando a comer con la juventud. Hoy he convidado a  David o Diego... los nombres me bailan. El joven se ha quedado con la boca abierta cuando ha visto mi hermoso mantel de hilo blanco, con dos platos y dos fuentes llenos de comida suculenta. Mejor empezar el día con la tripa llena, como hacíamos antes. Le he preparado mi receta estrella: lentejas con tocino.

 En las bandejas he servido fuet del bueno, bien seco con pan de payés untado con tomate de rama. Denís, Damián... bueno, el chico se ha deleitado tanto con la comida que le he visto cerrar los ojos de placer. Aunque come como un pajarito. El muchacho ha sido tan amable que hasta me ha revisado el grifo de la cocina que goteaba. Le he dicho  que vuelva cuando quiera.

B)La abuela Clementina ha venido esta mañana para invitarnos a desayunar en su casa. He mandado al niño, a Darío, que cumplió dieciséis años el mes pasado, para que por lo menos haga algo de provecho; que no hace más que mandar mensajes por el móvil y ha suspendido tres asignaturas. No es pariente nuestra, pero siempre la he llamado abuela, abuela Clementina. El niño ha vuelto refunfuñando y me ha gritado que nunca más va a volver a la casa de esa mujer. Por lo visto, la abuela Clementina ha puesto sobre un mantel amarillento y viejo, dos platos con los bordes mellados y dos bandejas del año del catapum. En los platos había un estofado de lentejas lleno de bichitos flotando. Y en las bandejas había un fuet tan seco y reverdecido como un tronco. También había pan mohoso. El niño no se ha atrevido a levantarse de la mesa, por si la abuela le montaba un escándalo. Así que ha hecho como que comía. Dice que nunca había pasado tanto asco. Y a la que ha podido ha volado a escupir todo en el fregadero de la cocina. Resulta que después ha girado los mandos del grifo y las cañerías han rechinado, pero no ha salido ni una sola gota de agua. En ese momento ha entrado la abuela Clementina en la cocina y el niño le ha soltado la bola de que le estaba reparando el grifo. Ella se lo ha creído, tan tranquila. Pero cuando ha salido de la cocina, Darío ha abierto el armario de la despensa porque olía una peste rara. Toda la comida estaba semi-podrida y las latas oxidadas. 

Ha cerrado las puertas y ha intentado escapar a toda prisa. Pero la abuela Clementina se ha dado cuenta de que salía  por la puerta de la calle y se ha apresurado a comentarle que volviera cuando quisiera.  Esta semana hablaremos con los servicios sociales para que la cuide una enfermera en casa. Si nadie pone remedio y la abuela Clementina sigue alimentándose de estas porquerías, enfermará.

miércoles, 9 de enero de 2013

Espejito, Espejito (Almudena Grandes)

Durante las primeras semanas, ni siquiera tuvo fuerzas para mirarse, así que se vio horrorosa, sin más, en aquel y en todos los demás. Hasta que se aburrió de sentirse vieja, fea, gorda, y de comprarse cada día, al volver del trabajo, dos bolsas de patatas fritas para zampárselas con una botella gigante de Coca-Cola mientras veía telefilmes espantosos tirada en el sofá. Sólo después empezó a abrir cajas, a colgar su ropa en el armario, a llenar de libros las estanterías, hasta que una tarde, le cogió el teléfono a su amiga más leal, la que no se había estado acostando con su marido durante más de dos años mientras lo ponía a parir a la menor ocasión, chica, yo no sé cómo lo aguantas, yo que tú me separaba pero ya, porque arrastrar una historia fracasada, vivir en una mentira, qué necesidad tienes tú, con lo que vales, déjale, hazme caso... A veces pensaba que la perfecta hipocresía de aquella campaña feroz e incesante era lo que más le dolía. Otras veces le dolía más, simplemente, que él la hubiera dejado por una mujer así. Lo más frecuente era que ni siquiera pudiera decidir qué le dolía más, pero en cualquier caso, cuando se sintió con fuerzas para hablar, se refugió en la única mejor amiga que le quedaba y, tras largas semanas de conversaciones nocturnas, una tarde volvió a arreglarse para salir a cenar. Entonces sucedió.

Había comprado aquel armario sin pensar, porque en el piso de alquiler al que se había mudado no había ninguno, porque se ajustaba a las medidas de la única pared del dormitorio donde podía colocarlo, porque era muy alto y necesitaba espacio, nada más. Cuando lo abrió para escoger un pantalón y un jersey del único color que entonaba con su espíritu, no esperaba sorpresas. Con muchos menos motivos se había vestido de negro muchas veces, y estaba segura de que su aspecto no la sorprendería. Se equivocó. A despecho de las toneladas de patatas fritas y los envases familiares de refresco azucarado en los que se había basado su alimentación de los últimos meses, el espejo empotrado en la puerta central de aquel armario le devolvió una imagen tan extraordinariamente estilizada de sí misma que apenas logró reconocerse en ella. No puede ser, se dijo, no puede ser, mientras estudiaba aquella imagen alargada y ajena, las piernas tan largas, tan frágiles como las de una Virgen de El Greco, el vientre liso, esas caderas escurridas que no podían ser suyas, y que sin embargo mostraban dos manos que se posaban en ellas cuando ella misma enviaba sus propias manos a tocar sus propias caderas. No puede ser, insistió, y sin embargo era. Después de perder diez minutos intentando descubrir el truco, la trampa benévola de aquel espejo al que no logró despistar ni confundir por un momento, se resignó al esplendor de su propio aspecto y salió a la calle.
¿Cómo me ves?, le preguntó a su amiga como si le disparara con una pistola, antes incluso de besarla. Ella le contestó que bien, muy guapa. ¿Pero tú dirías que he adelgazado? A lo mejor, fue la respuesta, desde luego no has engordado... En aquel punto se detuvo. Tampoco se atrevió a contarle la verdad, porque temió que su amiga pensara que se había vuelto loca. Y sin embargo habló, habló mucho, se lo contó todo, y lloró un poco al principio, pero todavía se rió más al final, cuando el solitario ocupante de la mesa de al lado le envió al camarero con una botella de champán después de pasar toda la cena mirándola. ¡Qué horror, qué hortera!, le dijo a su amiga, pero le sentó bien, mejor de lo que habría llegado a suponer, aunque se limitó a darle las gracias con un gesto de la cabeza antes de marcharse.
Llegó a casa muy tarde, pero volvió a pasar un buen rato delante del espejo del armario, mirándose de frente, de perfil, sentada, de pie, quieta y en movimiento, antes de acostarse. Durmió de un tirón, y por la mañana repitió la operación desnuda, hasta concluir que su aspecto no habría decepcionado a su admirador de la noche anterior. Pero tuvo que ir al baño, lavarse la cara, los dientes, ponerse crema hidratante, y la imagen que contempló sobre el lavabo le gustó mucho menos. ¡Qué raro!, se dijo, ¿y en este por qué estoy tan fea? Era un espejo más pequeño y perfectamente cuadrado, pero cuando tenía la respuesta en la punta de la lengua decidió que no quería saber nada. Por eso, nada más llegar a la oficina, descolgó el teléfono, pidió que la pusieran con la sección de muebles y le explicó al dependiente exactamente lo que quería, un espejo de la misma calidad y las mismas proporciones que el del armario que había comprado unos meses antes. Y el que tiene, le preguntó él, ¿quiere que se lo retiremos? Pues sí, por favor, porque está roto...
Al salir del trabajó, entró en una ferretería y compró un martillo.
Cuando llegó a casa, lo estrelló contra el espejo del baño y sonrió.

Ficha del cuento
Título: Espejito, espejito...
Autora: Almudena Grandes
Publicado en: la columna "Escalera Interior" de El País Semanal
Fecha: Domingo 2012 (¿en el mes de febrero?)

martes, 8 de enero de 2013

Voces orales y escritas de los personajes

El relato "Síndrome de Estocolmo Interrumpido" lo escribí atendiendo a los conocimientos recibidos en el fascículo número seis del curso de escritura creativa "El placer de escribir" de Planeta deAgostini.
El fascículo seis se titulaba "Voces orales y escritas de los personajes"-

El anunciado del ejercicio era el siguiente:

Sitúa a tu personaje en un momento crítico. Algo que lo empuje a tomar una decisión de " ahora o nunca". Elige solo una de estas posibilidades:
- Un diálogo entre tu personaje y el o los individuos que lo acompañan en la escena
- Un soliloquio en el que el personaje exteriorice sus emociones, recordando aquel momento.
- Una entrada en su diario íntimo sobre esa escena, con el estilo de escritura que el personaje emplearía.
- Un fragmento de sus memorias, en el que el personaje rememore aquel momento, ocurrido  hace ya años.

Elegí como personaje protagonista a un humano que cansado del acoso zombi se rinde a la horda mentalmente, aunque físicamente no pierde su humanidad: no es un infectado, ni está muerto.
Preferí escribir dos entradas en su diario íntimo que están a medio camino de diario íntimo y soliloquio.
Para escribir este relato me inspiré en el libro de Sergi Llauger Diario de un zombi;  aunque en el libro de Sergi LLauger el protagonista sí es un zombi transformado físicamente que mentalmente no ha perdido capacidades humanas como pensar con cierta lógica, etc. A mi protagonista le pasó justo al revés.

Síndrome de Estocolmo Interrumpido

1 de Febrero de 2065
Recuerdo que…hoy…he ido…voy…Voy con la manada…Como siempre no me dejan caminar tranquilo, se cruzan, hacen que tropiece… me pisan…¿Duele? No… no siento los pies descalzos. Tampoco el frío… en este cuerpo des-nu-do.
Soy un caminante…ellos nunca me mordieron, ni estoy infectado, pero…no reaccionan agresivamente conmigo, ni quieren comer mi carne.
¿Quién fui? No- lo- sé. Las cosas anteriores… han pasado.
Ya no huelo el hedor del caminante…mezcla de reptil con carne pasada olvidada en un rincón de la nevera. Y ellos tampoco me huelen.
Mi corazón no late fuerte cuando alguno me roza.
La hojarasca cruje a nuestro paso… Crish, crish, crish…

Nuestros gemidos ahuyentan a todo ser vivo que habite el bosque.
No…hay…consciencia…más allá de…nosotros mismos y de la CAZA.

7 de febrero de 2065
Casi amanecía, cuando te hemos percibido. Un corazón pequeño de…¿seis años?
Hueles rancio; a miedo y a enfermedad…pulm-onía. Estás sola. Acurrucada. Tiemblas.

La manada se exalta, gime enloquecida y se enmaraña hacia ti. Quieren apresar con sus garras el poco calor que queda en tu cuerpecito.
Si no hago nada…acaba tu sufrimiento.
Pero…He apartado a los otros caminantes a manotadas hasta…llegar donde estabas y te he rodeado con mis brazos del color del lodo. Te has vuelto invisible ante sus ojos entelados y sus fosas nasales muertas… Han rehecho su curso.
Te prometo que te cuidaré hasta que te valgas por ti misma. Pero después me rendiré de nuevo al frío percibir de mi manada.

jueves, 3 de enero de 2013

Pensamientos de los personajes (II)

El relato "Shangrilá, Shangri-lá" nació de las enseñanzas recibidas en el fascículo número diez del curso de escritura creativa "El placer de escribir" de Planeta deAgostini.
El fascículo diez se titulaba "Una ventana mágica: cómo acceder al interior de la mente".
El anunciado del ejercicio era el siguiente:
1. Imagina un personaje acosado por un miedo atroz.(...) siempre que ese miedo condicione el resto de facetas de su vida actual.
2. O bien, construye un personaje invadido por un deseo desenfrenado (...) Procura que sea un deseo que al personaje le resulte difícil aplacar.

Ahora elige dos de las técnicas estudiadas en esta lección: el psicorrelato, la introspección, el análisis interior indirecto, el monólogo interior narrado o el monólogo interior directo.
Una vez escogidas, ahora sí, llegó el momento de crear. Con el sentimiento que has escogido -miedo o deseo- y el personaje que has ideado, escribe:
- Un primer texto en el que ejercites la primera de las técnicas que has elegido, cuya extensión no será mayor a los 2100 caracteres con espacios.
- En el segundo texto, también de 2100 caracteres con espacios como máximo, aplicarás la otra técnica.

Para escribir el relato "Shangrilá, Shangri-lá" construí un personaje invadido por un deseo desenfrenado y usé primero la técnica del psicorrelato y después el monólogo interior narrado.

 

Shangrilá, Shangri-la

1) Tenía un sitio preferido en el supermercado al que iba a hacer la compra semanal.  Pasaba mucho rato por el pasillo de productos de belleza  cuando tenía la moral por los suelos, concretamente por la estantería de tintes


De forma metódica cogía una caja de tinte miraba la imagen de la modelo con el pelo teñido y se imaginaba como le sentaría a ella. En su ensoñación la imagen tenía autonomía y se despegaba de la caja y le decía “te quedará bien”


 o por el contrario “no te lo compres”.


 El tinte Shangrilá que cubría las canas de un hermoso cobrizo intenso siempre le daba su aprobación.

Concha, que cuando se miraba en el espejo veía mucha carne de más en su cuerpo antes tan flaco, sabía que su fuerza residía en el pelo. Tenía treinta y uno; sin tinte aparentaba muchos más;


con Shangrilá parecería una estudiante universitaria de primer año.
Había un problema: no podía permitirse comprarlo. Y esa prohibición intrínseca le hacía desear con más ganas poseer Shangrilá. Casi sin darse cuenta, se veía escondiendo la caja bajo el abrigo.



Pero le horrorizaba imaginar las consecuencias como que le quitaran la custodia de Isabelita. Se sentía confundida. Deseaba que ese deseo irrefrenable se extinguiera por sí solo. Lo tenía al alcance de la mano y, sin embargo, tan lejos.


2) Shangrilá... Shangri-lá. La tierra de felicidad eterna lejos del mundo exterior.


Para el mundo estoy en paro y sin dinero ahorrado.  Me tiembla la mano, pero lo voy a hacer. ¡No! Robar es pecado ante los ojos de Dios. Tengo que volver a la Iglesia. El domingo que viene voy a... ¡Bah! ¿De qué me servirá? Pero aunque lleve muchas capas de ropa, sospecharán. Van a ver el bulto bajo el abrigo y me dirán que pase a esa salita a donde llevan los ladrones. Además pitará. ¿Y si quito la pegatina?


 Va a pitar igual, la máquina detecta tanto la presencia como la ausencia de pegatina.


¡Ay qué vergüenza!  Lo voy a hacer...¡qué miedo! Ya lo tengo. Le quito la pegatina. Ando tan deprisa como puedo. Noto en la boca el sabor de la sal y el metal, me he mordido los labios. Me pillaran, me pillaran. No, no. La cajera me mira raro, tiene los labios pálidos. Me pregunta...¿qué me ha preguntado? ¡Dios, ayúdame! Me araño la cara, voy a llorar...Oh, ya comprendo lo que me dice. No, no tengo tarjeta.


Sí pagaré en efectivo. Sus ojos...los ojos de la cajera son vidriosos, parece estar soñando.


He conseguido llegar a la calle. Voy a girarme. La cajera me ha seguido con la vista, sabe lo que he hecho y no va a decir nada. Lloro, lloro de alegría; es lo más bonito que han hecho nunca por mí.


Se han usado dos técnicas: en la primera el psicorrelato y en la segunda el monólogo interior narrado.