viernes, 26 de julio de 2013

Cómo hallar la propia voz narrativa

El ejercicio que se puede leer a continuación lo escribí a partir de lo que aprendí en el fascículo número 34 del curso de escritura creativa "El placer de escribir" de Planeta deAgostini.
El anunciado de la actividad era el siguiente:


En el ejercicio propuesto en la última lección dedicada al cuento te habíamos preguntado cuál de las dos ramas básicas del cuento contemporáneo ―realista o fantástica― te interesa más cultivar. Ten presente aquella decisión, porque el ejercicio de esta unidad depende de qué subgénero hayas escogido.

1)Piensa en aquel cuentista a quien consideres, según decía Quiroga en su decálogo, como a « Dios mismo». Intenta resumir cómo es la voz narrativa de ese escritor: ¿Qué temas son más frecuentes en sus obras?, ¿con qué estilo lo plasma en el texto; mediante complejos juegos lingüísticos o bien con extrema sencillez? ¿A qué género pertenece la mayoría de su obra? Para determinar esta voz, sigue los cinco puntos enumerados en esta unidad (temas, género, estilo, tono, herramientas narrativas).
2)Imita a este autor. Copia sus temas favoritos, el género, su estilo, su tono. Intenta asemejarte lo mejor posible a la manera en que este autor diría las cosas. Para ello, deberás escribir un breve cuento completo, con planteamiento, nudo y desenlace que no supere los 3.900 caracteres con espacios. No olvides las cinco reglas básicas sobres las que se erige el cuento contemporáneo: brevedad, doble significación, unidad interna, esencialidad e intensidad.
3)Agrega un párrafo de no más de 500 caracteres con espacios indicando en qué autor te has inspirado y cuáles son los rasgos más importantes de su escritura.

Mi cuento se titula "Pinocho" y he intentado copiar el estilo de Quim Monzó.

Pinocho

Geppetto no trabaja en Leroy Merlin desde hace dos años cuando le despidieron. A sus cincuenta y ocho años se vio obligado a afiliarse a la Seguridad Social como autónomo.
Como en la carpintería  no entra nadie, mata el tiempo construyendo un muñeco de madera, que cuando termina llama Pinocho. Para ser su primera creación no está mal, si acaso la nariz es un poco desproporcionada y la pintura roja de los zapatos, un poco falsa.

Como tiene tiempo, imagina que aquel muñeco es su hijo, un niño de verdad. Mira embobado a su creación, imaginando que él lo consolará de todo su dolor; que a diferencia de las arpias de sus dos hijas nacidas en su primer matrimonio que le repiten a menudo que lo odian y que no han llegado a nada en la vida por su culpa, Pinocho lo amará de forma sincera e incondicional.
Sus ojos se humedecen imaginando el momento en que él soltará la bicicleta de su hijo, por primera vez sin ruedas supletorias, y el niño se lanzará con dignidad y valentía a montar en bicicleta por si solo. ¡Como recordarán este día de mayor, cuando se haya convertido en un ciclista más famoso que Lance Armstrong! Pinocho dirá a la prensa que su padre había sido el pilar sin el cual jamás habría llegado dónde estaba.
Geppetto siente un estremecimiento agradable. De forma relajada recoge y limpia las virutas de madera de la mesa de trabajo y, casi está, cuando sin querer, un chorro azul de Fairy salpica el torso del muñeco. Sin dar crédito a sus ojos, Pinocho se empieza a mover con los movimientos descoordinados de un recién nacido. Para mayor sorpresa, al poco abre los ojos: su mirada rezuma odio.
Geppetto se altera mucho, siente pánico. ¿Qué hará ahora? Mide las posibilidades. Toma la decisión más sensata; con la sierra desmiembra a Pinocho que gruñe de dolor. Cuando Geppetto termina, ya no le parece tan gris su vida.
En cambio, se pone las pilas. El negocio empieza a funcionar mejor que bien. Entre los jóvenes del barrio que trapichean con hachís y coca tiene especial éxito su versión de Chucky, al que por veinte euros vende con un puño americano soldado a la mano derecha del muñeco. Además, sus hijas están por fin orgullosas de él (y de sus cheques a principio de mes bien cargados), al igual que su ex-mujer, que después de años de evitar el más mínimo contacto con él, le visita un día y antes de irse le da un golpecito en la espalda.

QUIM MONZÓ: es uno de los mejores escritores europeos. Suele escribir en catalán. En su obra destaca el uso de la ironía, su rechazo en forma de humor a lo políticamente correcto, a la cursilería y a lo ñoño, y un estilo muy trabajado que parece muy sencillo.